viernes, 27 de diciembre de 2019

Ser niña es un asunto serio



Siempre ser niña fue y es un asunto serio, aunque tenemos esta cuestión de la “imaginación infantil” y porque los adultos  olvidan que un día creceremos y creceremos con memoria. A los ocho años los ojos están ávidos de mundo, la boca expulsa palabras nuevas, la piel empieza a descubrir nuevas sensaciones que aún no comprende y comienza –aún mucho antes- el miedo.

No es el miedo a cruzar mal la calle o caerte de la bicicleta, es el miedo que compartimos con otras niñas y otras mujeres, que se corresponde con el tironeo de mamá para que la pollera baje, y “que ni uses ese short”. Desesperadamente las mujeres  te cuidan de los monstruos que habitan el afuera de la casa, vigilan.

A veces los monstruos están adentro y ahí no hay forma de advertirlos, adoptan la forma de los seres queridos, aquellos que supuestamente están para salvarte de los monstruos. Naturalizamos qué está bien lo que pasa, aunque algo nos moleste, nos desagrade. Pero qué puede ser malo si viene de quienes amamos. La inocencia convertida en un secreto, un laberinto lleno de espejos horribles y sin salida.

Cuando al fin descubrimos lo abominable, la boca se paraliza, la vergüenza inunda y si encima pensamos que con una sola palabra podemos destruir el mundo mentiroso en que vivimos y en el creemos ser felices, es una tragedia.

Por eso ser una niña es un asunto serio. El diccionario dice que la tragedia conduce a la fatalidad, a un desenlace funesto. Y callamos llevando nosotras solas la propia tragedia. La adulta en que un día nos convertimos jamás puede eliminar del todo las marcas de esa tragedia. Pero déjennos poder hablar por primera vez, tal vez 10, 20, 30 o 40 años después, no nos censuren, no nos lleven a juicio, no nos cuelguen en el patíbulo popular.

Ser niña es un asunto serio y deberían entenderlo.

Lic. Viviana Caminos

No hay comentarios:

Publicar un comentario