lunes, 3 de febrero de 2020

Triste noticia, tristes


  
 Una nunca va a acostumbrarse a las lamentaciones de la prensa, "triste noticia", "tragedia", "asesinada a machetazos". Alguna gente que comenta: "no publiques asesinatos todo el tiempo, porque trae desgracia". No se si reir o llorar, porque de lo que hablamos es de femicidios, de vidas destruidas a los 18 años, a los 20,a los 30 o más. Familias destruidas por el dolor, niñxs que crecerán sin sus madres y quién sabe cómo tramitarán ese dolor a futuro.

   Tristes noticias o tragedias que son evitables. Las mujeres y diversidades tenemos miedo todo el tiempo, a conocer a alguna persona nueva, a abrirles la puerta de casa si estamos solas, al vecino que viene a arreglar la luz, al cartero, al amigo o familiar (porque aún cuando creamos que los conocemos nunca se sabe), a caminar solas por la noche, a contestar un chat, a dar más info de la debida. Miedo, miedo. No necesitamos vivir en un país asiático, dónde las mujeres tienen prohibidas ciertas actividades, nos autoprohibimos. Y si nos animamos, si finalmente queremos vivir en libertad, el miedo nunca nos deja.

   ¿Qué es lo que está pasando, que cada año aumentan los femicidios? Será el castigo ejemplificador para estas nuevas mujeres que dicen NO, no quiero tu destrato, no quiero tu indiferencia, no quiero tu violencia, tu falta de empatía, tu cuidado, me niego a resignar mi felicidad para alimentar la tuya porque así fue generación tras generación. ¿Será el precio a pagar por intentar construir un nuevo mundo para nosotras?

   “Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”, escribió Eduardo Galeano.

   Yo creo, que finalmente lograron generar nuestro miedo, no sólo por nuestra suerte, sino por la de las hijas, amigas, sobrinas, madres. Y quienes tienen que protegernos, deben usar menos tiempo en entrevistas televisivas, discursos pomposos y poner los recursos necesarios para que existan más refugios, más prevención, más tobilleras y botones antipánico, más centros de asistencia, leyes para penalizar la violencia de género desde el principio, no cuando estemos muertas, más justicia con mirada de género.

   Porque si las mujeres finalmente decidimos defendernos del violento, evitar nuestra muerte o la de nuestras mujeres queridas, luego la justicia es implacable. tan ejemplificadora como el hombre que mata. Prisión perpetua, penas altísimas, no vaya a ser que se nos ocurra defendernos masivamente.